Dice el refrán que honra merece quien a los suyos se parece. Yo matizaría que cuando los de uno son una panda de delinquidores convictos y confesos, o un grupo de iluminados con tanta incultura como desvergüenza, el que merece honra es, precisamente, quien busca diferenciarse de esos suyos que le han tocado en (mala) suerte.
Primero,
los socialistas, que hace ya un siglo largo se estrenaron parlamentariamente
(no me cansaré de repetirlo) anunciando que se saltarían a la torera el
ordenamiento jurídico cuando el cumplirlo no sirviera a sus planes. Y no han
dejado de hacerlo en todo este tiempo, ya sea expropiando por Real Decreto Ley o
imponiendo como obligatorio un acuerdo que no es vinculante.
En
cuanto a los comunistas -sobre todo los neocom- no tienen ningún reparo
en demostrar que no tienen ni idea de nada; y como no tienen vergüenza, tanto
les da que les da lo mismo. Es el caso de la franquicia escindida madrileña,
que compara la situación epidemiológica en Madrid con el desastre nuclear deChernóbil, sin reparar -como muy bien les recordó Isabel Díaz-Ayuso- que la
catástrofe fue culpa del comunismo.
Por ello, y por mucho más…
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