Este volumen -es un decir, porque tanto la entrada anterior como la posterior forman parte de un mismo volumen físico- de las andanzas de Fafhrd y el Ratonero Gris empieza como una serie de historias cortas en las que, ora la Muerte, ora otros dioses, intentan acabar con las vidas de los dos protagonistas; naturalmente, fallan, pues de lo contrario nos quedaríamos sin historias.
Los
dos últimos capítulos (¿secciones?) sí que forman una historia coherente, en la
que los personajes se ven envueltos en la defensa de una isla -un trasunto de
Islandia, quizá, tanto por su ubicación geográfica como por su orografía y clima-
de una invasión de un trasunto (otro) de las hordas mongolas -no es muy difícil
de adivinar, ya que en Nehwon se llaman mingoles-, aunque por mar y no
por tierra.
Por
una vez, la ubicación dentro de la cronología interna de la saga es inequívoca:
va después de Las espadas de Lankhmar porque arranca tras los sucesos de
ésta; y precede a El caballero y la sota de espadas porque la acción,
además de comenzar en el mismo escenario en que termina la de la obra que comento
en esta entrada, presenta a uno de los integrantes del dúo principal
arrastrando las consecuencias físicas de dicha acción.
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