Los neocom podían aducir, cuando se les achacaban defectos propios de la casta a la que decían combatir -que si corrupción, que si enriquecimiento rápido, que si prometer una cosa y hacer justo la contraria-, que esas críticas venían de sus enemigos y que, por tanto, estaban provocadas por el odio o la envidia.
Sin
embargo, en tiempos recientes son cada vez más las voces provenientes de sus
filas -al menos, de voces que estuvieron en sus filas, porque ya sabemos cómo
trata tradicionalmente la izquierda a quienes osan criticarles- que acusan al
partido morado de financiación ilegal, de delitos electorales e incluso de
blanqueo de capitales. Y no se limitan a denunciar en sentido lato tales
conductas, sino que lo hacen en sentido estricto, y van a los tribunales con ello.
Veremos en qué queda todo ello, pero dudo que sirva para abrir los ojos a quienes un día confiaron en ellos…
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