Corre por ahí el rumor de que el virus que ha causado la pandemia de la Covid-19 no tiene un origen natural, sino que fue creado en un laboratorio; chino, naturalmente. Digo naturalmente porque fue en China donde, aparentemente, se produjeron los primeros casos, por lo que cabe deducir que fue allí donde se originó.
Lo
que ya no está tan claro es si el contagio al ser humano se produjo
intencionadamente o no; es decir, si se trata de un experimento macabro -lo que,
supongo, contravendría (ya lo haría la investigación, de haberse realizado)
todas las normas de Derecho Internacional sobre la materia- o de un descuido
con consecuencias funestas.
Sí
es un hecho que las autoridades de Pekín han impuesto la ley mordaza a
los médicos de Wuhan, advirtiéndoles que podrían ser castigados por espionaje
si revelan lo que sucedió durante la etapa inicial del brote que más tarde
generaría la pandemia mundial, con lo que podrían enfrentarse incluso a la pena
de muerte.
Pero
además, las autoridades comunistas tratan de borrar cualquier huella que les
implique en el origen del virus, para lo que ha obligado a las instituciones
académicas de Wuhan a eliminar los registros del virus y el tratamiento de la
infección que guardaban hasta ahora.
Por todo esto quizá no, pero sí por mucho más…
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