jueves, 3 de diciembre de 2020

Mucho lirili y poco lerele

El modo de actuar en el Partido Suciolisto ya lo definió, hace casi cuatro décadas, el hermano de miemmano, y se resume en la conocida frase el que se mueva, no sale en la foto.

Es decir, que habrá casos en los que figuras del partido, incluso figuras con un cierto peso o con relativo poder territorial, podrán discrepar de la línea oficial del partido, pero siempre de boquilla, e incluso podríamos decir que con la boca pequeña: llegado el momento de la verdad, se cuadrarán antes las órdenes de Ferraz y obedecerán con fidelidad perruna.

Ocurrió en los años ochenta y noventa del siglo pasado: Rodríguez Ibarra lo era todo en Extremadura (el bellotari, le llamaban), y criticaba las concesiones de los gobiernos de González a los partidos regionalistas vasco y catalán, pero ni una vez, que yo recuerde, votó en contra de lo que había decidido el Gobierno, es decir, el partido, es decir, Felipe González.

Más sangrante aún es el caso de Alfonso Guerra, al que ahora se le llena la boca hablando de los golpistas catalanes, pero que siendo presidente de la comisión constitucional del Congreso de los Diputados votó a favor -¡a favor!- del sedicente y sedicioso estatuto de autonomía de Cataluña.

Y ahora, ante el pacto entre el desgobierno socialcomunista y el partido de los terroristas -que, bien (mal) mirado, no es sino la continuación del conchabeo que ambas ideologías han mantenido en el último medio siglo-, algunos barones han alzado la voz… pero poquito, porque enseguida ha llegado Sin vocales, los ha puesto firmes y han reculado.

Casi se podían oler las heces, deslizándose por la patita abajo…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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