En pocas cosas como en el discurso de Nochebuena de Su Majestad el Rey don Felipe VI, a quien Dios guarde muchos años, es la doctrina Mafalda una piedra de toque infalible. Según a quiénes moleste y quienes le aplaudan, se sabrá si las palabras regias son las correctas o ha errado en su alocución.
Y como todos los años desde su proclamación, el
Jefe del Estado ha dado en el clavo. Para los golpistas, no se ha desmarcado
de la corrupción; y eso lo dicen quienes presiden la administración más
corrupta de España -en tiempos, la andaluza podía disputarles la primacía-, y donde
siguen considerando a Jorgito Poyuelo poco menos que un padre de la
patria digno de toda consideración y respeto.
Por otra parte, los neocom tampoco se han quedado a gusto, calificando el discurso de publirreportaje. Eso lo dicen
quienes se montaron una cadena de televisión privada con el dinero de los
teócratas homófobos y machistas, y quienes han montado un panfletito genital
(¡huy, perdón!, quería decir digital, ¿en qué estaría yo pensando?) a
una de las queridas del chepudo líder para que esté tranquilita y no
vaya largando por ahí.
¿Qué esperaban? ¿Qué dijera que su padre es un chorizo y que no quiere volver a verle? Dejando aparte que es persona de más educación y sentimientos que ellos, a buen entendedor pocas palabras bastan. Y dijo las justas y necesarias, tan claro que hasta yo lo entendí a la perfección.
¡¡¡VIVA EL REY!!!
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