viernes, 11 de diciembre de 2020

Y tú más

El fascismo en general, y el nacionalsocialismo alemán en particular, están casi unánimemente considerada como la ideología más reprobable que ha producido el ser humano, y Adolfo Hitler en concreto poco menos que la encarnación de Satanás.

Es indudable que el cabo austriaco es una de esas personas acerca de las cuales uno se plantea la posibilidad de viajar en el tiempo para acabar con su vida cuando todavía era un niño. Pero quienes sostienen lo que digo en el párrafo anterior tienden a obviar dos circunstancias, bien por ignorancia, bien por interés.

La primera, que tanto el fascismo italiano como el nazismo alemán eran ideologías que, al menos en su base, eran de izquierdas. Antes de ser el Duce, Benito Mussolini perteneció al partido socialista italiano. En cuanto al Fhürer, basta con repasar el nombre de su partido: nacional socialista.

La segunda, que hay una ideología todavía más criminal, más asesina, más duradera e infinitamente más defendida que las dos anteriores. Se trata del comunismo, en sus múltiples versiones: marxista, leninista, estalinista, maoísta, castrista, sandinista, bolivariana… Cien millones de muertos, que se dice pronto, y contando.

Naturalmente, a los comunistas de las llamadas democracias occidentales no les gusta nada que se los recuerde lo anterior. Y cuando se hace echan las patas por alto y dicen cosas como que cualquier equiparación del nazismo con otro sistema político —como el comunista— es complicidad y negacionismo.

¿Qué será entonces lo del Partido Comunista de España, entonces? Hipocresía, probablemente…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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