Se me han ido ocurriendo distintas maneras de empezar esta entrada. Desde que nos toma a todos por idiotas hasta que hace trampas en el solitario, cualquiera sería válido para resumir la noticia. Sin embargo, me he decidido por otro, que aúna el sarcasmo, la mala baba (en ambos casos, del que esto escribe) y la categoría del personaje.
Parece
fuera de toda duda que la tesis doctoral de Sin vocales no sólo es un
corta y pega barato de otras fuentes -lo que viene llamándose un plagio, vamos-,
sino que además ni siquiera la hizo él, sino que se la hicieron. Vamos, que de
Economía sabe todavía menos que yo de Física cuántica… o de capar cochinos, por
poner otro ejemplo del que no sé nada más allá del nombre (de la materia
científica alguna levísima idea tengo).
Eso
explicaría que haya exagerado un treinta y cinco por ciento el impacto del
gasto en el Producto Interior Bruto para inflar los Presupuestos, replicando multiplicadores
fiscales de los años ochenta para plantear crecimientos de hasta un diez por
ciento, una estimación que no comparte ningún organismo.
Claro,
que se hace difícil pensar que en el desgobierno con más asesores de la
historia de España no haya ni uno -¡ni uno solo!- que tenga algo de idea del
tema. Ante esto, caben dos posibilidades: el miedo cerval -o el peloteo
descarado- de todos aquellos que, colocados a dedo, temen desairar al que les
ha colocado, no sea que les descoloque; o que, como todos los que se
saben inferiores y tienen resentimiento por ello, se haya rodeado de gente
todavía más inútil que él.
Sí, ya sé que es difícil, pero buscando seguro que se encuentran alguien más inútil. Incluso sin salir del consejo de ninistros.
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