En la eterna lucha entre la estulticia y la perfidia que se desarrolla en el seno de la izquierda española, ninguna de las dos categorías acaba de alcanzar una ventaja definitiva sobre la otra. De ahí mi eterno dilema: no sé si son más tontos que malos, más malos que tontos o tan tontos como malos.
Porque
ahora resulta que el Chepas quiere impulsar una reforma de la acusación popular.
Que ese impulso parte de unas raíces, no altruistas, sino egoístas -esto es,
que lo que le mueve no es el beneficio general, sino su propio interés
particular o partidista (lo que, en su caso, viene a ser uno y lo mismo)- parece
fuera de toda duda. Por ello, lo que me extraña es que, al parecer, dicha
reforma llevaría al marqués de Villa Tinaja a dar con sus huesos en la cárcel. Lo
que se dice hacer un pan con unas tortas, vamos.
Como diría mi padre, este es tonto del culo con ataques epilépticos.
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