Cabría decir que el desgobierno socialcomunista sólo es bueno en una cosa: en atribuirse los aciertos, sean propios o ajenos, y hacer a los demás -sobre todo si son de la acera ideológica contraria- responsables de los errores propios.
Lo
malo, para ellos, es que se creen más inteligentes de lo que son. Es decir, un
vendedor de burras cojas, por muy bueno que sea, sólo puede tener éxito si se
encuentra con un pardillo al que desplumar. Si el que está enfrente no se deja
engañar, ya podrá presentar como un brioso purasangre a lo que no es más que un
jumento pulgoso, que no logrará quitárselo de encima.
Por
ello, tanto da que las primeras vacunas llegadas a España tengan bien visible
el logo del Gobierno de España (lo pongo con mayúsculas y sin guasa porque me
refiero a la institución, que se encuentra muy por encima de la panda de psicópatas
desgraciados que la ostentan). Ya sabemos que el mérito no es suyo (es decir,
han llegado no gracias a ellos, sino a pesar de ellos), pero no sabemos -quizá
ni ellos mismos lo sepan- cuántas han llegado.
Por ello, y por mucho más…
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