Los seres humanos son, en general, poco dados a predicar con el ejemplo. Si son políticos, españoles y de izquierdas, la cosa deviene ya en pura quimera, y están más próximos al haz lo que digo, y no lo que hago.
Los
ejemplos son inumerables: criticar a Ana Botella por llegar a alcaldesa de
Madrid y ser esposa de su marido, pero calificar de machismo el señalar que la calientacamas
es ministra y calientacamas del vicepresidente; criticar a un político
por vivir en un ático de seiscientos mil euros, pero irte a vivir con tu pareja
y tus hijos a un chalet con parcela por ese mismo precio (declarado) y una
hipoteca conseguida en unas condiciones sospechosamente ventajosas; atacar la
educación concertada y la privada, pero llevar a tus hijos a este tipo de
centros -eso, cuando no has sido tú el que ha acudido a ellos-; o cargar contra
el coche, intentando que no sea la opción más cómoda, defendiendo el uso
del patinete y del transporte público en una entrevista… a la que has acudido en coche.
Volviendo al título: ese gran trecho, más cómodo si es en automóvil. Y si es oficial, ya ni te cuento.
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