Hace ahora veinte años, realicé con uno de mis hermanos y un amigo dos viajes por Europa, en coche. En ambos periplos pasamos por la República Federal de Alemania, y además de comprobar que en ese país no saben lo que son los cambios de sentido en las autopistas -¿para qué, si vas camino de Colonia (por ejemplo), vas a querer cambiar de sentido? ¡Pues eso!-, salimos con la expresión que da título a esta entrada.
Fuera bromas, los
políticos alemanes son, en general, gente seria: si les pillan mintiendo,
dimiten; si se descubre que han copiado una tesis doctoral, dimiten; y si la
inflación se dispara, bajan los impuestos, porque consideran que el Estado no debe enriquecerse con la inflación.
Vamos, igualito que en España…
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