martes, 27 de septiembre de 2022

Reflexiones atemporales CXXII – Defender lo indefendible

Suelo decir que, siendo español, hay tres temas de conversación que es preferible no tocar, salvo que quieras arriesgarte a verte enzarzado en una discusión: a saber, política, religión y fútbol. Cómo serán las cosas que hasta con mi padre, persona con la que coincido en religión y, básicamente, en política, he llegado a discutir por culpa del fútbol.

Por ello, procuro no sacar estos temas -al menos en serio- con gente a la que aprecio, pero de la que discrepo (el tema suele ser la política). Sin embargo, a veces no puedo contenerme y menciono alguna cuestión que creo que es incontrovertible, que hasta los más acérrimos e incombustibles votantes de una ideología (me refiero a los de izquierdas, claro está) concederán que es criticable.

Pero el axioma principal -hablar de política conduce a una discusión- es inexorable. Este verano saqué el tema de que el psicópata de La Moncloa utilice el Falcon para todo, sea público o privado, gubernativo o partidario. Y mi interlocutor, un pariente de izquierdas no especialmente obtuso, con educación universitaria, parecía un portavoz gubernamental, defendiendo que Sanchinflas viaje siempre en vehículos oficiales, incluso que haga que dichos vehículos viajen vacíos para estar siempre a su disposición, porque al fin y al cabo es el primer ministro del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer y su seguridad requiere unas mínimas condiciones.

Si hasta gente inteligente como este pariente lo defiende, no me extraña que los de la mano y el capullo sigan teniendo votantes.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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