Como con todo lo que rodea al partido de la mano y el capullo, cuando uno piensa que las cosas no pueden ser peor de lo que son, van y empeoran. Especialmente, en cuanto a las personas elegidas para ocupar puestos de responsabilidad.
Parecía difícil superar
las cotas de ignominia alcanzadas con el nombramiento de la barragana del juez
prevaricador como fiscal general del desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer. Pero lo han conseguido con su sustituto, que en lugar de
perseguir los objetivos constitucionalmente establecidos (defensa de la
legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por
la Ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la
independencia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del
interés social), se ha marcado como objetivos combatir la emergencia climática y fomentar el enfoque de género.
Para mear y no echar gota.
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