El partido de la mano y el capullo y la mentira son compañeros inseparables. De hecho, un socialista español, de cualquier época que sea, sólo dice la verdad cuando anuncia que va a cometer un delito: desde llegar al atentado personal contra el presidente del consejo de ministros hasta montar la revolución si la derecha ganaba las elecciones.
Pero sus mentiras podían
funcionar hace un siglo, incluso hace medio. Actualmente, todo se sabe, casi
antes de que ocurra. Pero, sobre ser embusteros, los suciolistos españoles
siempre han tenido una cara de dureza adamantina: mientras detenten el poder,
todo les resbala.
Ya sea decir que Europa
no dejaba bajar el IVA de tal o cual producto durante la pandemia de la COVID-19
(era mentira) o afirmar que no poder bajar la temperatura de veintisiete grados
en verano y no subirla de diecinueve en invierno era por imposición europea… cuando desde Bruselas sólo se planteólimitar un grado el aire o la calefacción.
Echar a esta gente se está convirtiendo en algo más que en una necesidad: es casi un imperativo categórico… sea lo que sea eso.
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