Dice un viejo adagio castellano que dime de qué presumes y te diré de qué careces. Como en tantos otros casos, el refranero es sabio y clava su diagnóstico.
Tomemos a los llamados colectivos
feministas. No paran de decir que su objetivo es defender a las mujeres. Pero
claro, luego empezamos a observar su actuación en cada caso, y según los casos
dejan mucho que desear: si se describe a una mujer de izquierdas -diciendo, por
poner un ejemplo, que Rosa Elena García Echave es lo que podría llamarse una belleza
picassiana-, braman que se está atacando a todo el sexo, pero si se insulta
a una mujer de derechas, o se le desea que sea violada, callan como putas; si
un padre secuestra a sus hijos, le despellejan (con todo merecimiento) vivo (ya
les gustaría hacerlo literalmente, apuesto), pero si es la madre, callan como
putas; si un varón español, solo o en compañía de otros, es acusado de una agresión
sexual, le condenan antes del juicio basándose en el hermana yo sí te creo,
pero si los agresores son extranjeros, entonces es que es otra cultura.
Y si estás en Bilbao -no especifican si en la margen derecha o en la izquierda-, eres extranjera y has sufrido violencia, te recomiendan no ir a la Policía Nacional… porque tienen competencias en extranjería.
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