martes, 13 de septiembre de 2022

Reflexiones atemporales CXX – Palabrería

Es probable que en mi familia paterna haya un componente genético que predisponga a los chistes. Malos, pero chistes.

Ya he contado el caso del hermano pequeño de mi padre, a quien en mi infancia soportaba con dificultad -por decirlo suavemente- cuando se ponía en modo chistoso. Lo más irónico es que, con el tiempo, he ido desarrollando un carácter parecido, aunque él se movía más en el campo de las bromas, y lo mío son los juegos de palabras.

Tres ejemplos de los más recientes serían: bodágine, o el lío que supone organizar un enlace nupcial, sobre todo por la parte de la novia; workabstemio, como contraposición a workaholic, porque el equivalente exacto -algo como workateetotaller– suena francamente mal, además de no ser inmediatamente comprensible; y torperverso, que es aquella persona que, sobre ser malvada, es definitivamente estúpida.

Caso de los miembros del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, por ejemplo.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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