Celebradas las pasadas elecciones generales, la conclusión es que venció la derecha, pero fue una victoria pírrica (como dijo Pirro de Epiro tras la batalla de Heraclea, otra victoria como esta y tendré que regresar a Epiro solo), porque no le sirvió para alcanzar una victoria definitiva, es decir, la mayoría absoluta.
La izquierda, por el contrario,
perdió a casi veinte escaños de diferencia. Pero, ayuna de escrúpulos, está
dispuesta a pactar con quien sea (salvo con el PP y Vox) a cambio de lo que sea
para seguir detentando el poder.
Y como, además de una carencia
total de empatía, el psicópata de la Moncloa tiene una faz más dura que si
estuviera hecha de una aleación de adamantium y uru, a los tres días de las
elecciones se largó de vacaciones -¿cuándo le entrará en la cabeza a
esta gente que lo suyo no es un trabajo, sino un servicio público, y que no
pueden cogerse vacaciones cuando les salga de los dídimos? Además de que sigue siendo presidente en funciones, y debería despachar con Su Majestad el Rey, a quien Dios guarde muchos años- por (era lo
previsto) un mes mientras su gente trataba de amarrar su investidura.
Al gaznate de los españoles…
No hay comentarios:
Publicar un comentario