En la duda de si existe algún tipo de connivencia entre el psicópata de la Moncloa y los miembros de la banda terrorista de ultraizquierda vasca, caben dos posibilidades: o crees a un mentiroso compulsivo, que es genéticamente incapaz de decir la verdad ni aunque le vaya la vida en ello, o bien a una panda de asesinos sin escrúpulos que, en relación con sus métodos y objetivos, nunca han tenido nada que ocultar.
Por eso, y porque resulta evidente, es palmario que ha habido acuerdos en la pasada legislatura entre uno y otros, y resultó claro, tras las pasadas elecciones generales, que iba a seguir habiéndolos. Máxime, cuando fue diáfano que seguirían condicionando el gobierno de Navarra al avanzar su sí a la candidata de los de la mano y el capullo.
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