Como he señalado en multitud de ocasiones, el odio que las fuerzas separatistas se tienen entre sí sólo es superado por el que tienen al resto de España. Dejadas a su aire, se despellejarían entre ellas.
La razón es que no trabajan por
el bien de la gente que dicen representar, sino por su propio y exclusivo
interés y gloria, y no son capaces de permitir que otro se lleve el mérito de alcanzar
el objetivo que teóricamente persiguen.
Por eso, cada vez que parece que
los del bleferóptico con sobrepeso van a alcanzar un acuerdo con el psicópata
de la Moncloa, sale Cocomocho y esgrime su propia agenda, en general
subiendo las apuestas.
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