Cuando la Comunidad Económica Europea se creó era, pienso yo, una organización que perseguía precisamente eso, ayudar a las economías de los países miembros. Sin embargo, con la progresiva politización y burocratización de la organización, la Unión Europea está llegando a extremos verdaderamente delirantes.
Es el caso de productos pretendidamente
ecológicos procedentes de terceros países -primero el arroz indio, ahora los pomelos sudafricanos- que se cultivan empleando herbicidas cuyo uso está
prohibido a los agricultores de la Unión.
Aunque, por otra parte, ¿quién demonios se come un pomelo por gusto?
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