Históricamente, en la duda entre optar por la moderación o por los extremos, el partido de la mano y el capullo siempre ha optado por los extremos… sean estos del color que sean.
Sólo así se explica que, en
apenas diez años, pasara de participar en los gobiernos del general Primo de
Rivera a conchavear con comunistas, separatistas catalanes y vascos y con
cualquiera que pasara por allí, salvo con la derecha moderada (que la había).
Y tras la restauración de la
Monarquía, más de lo mismo. Ya en tiempos del felipato -que ahora nos
parecen tan moderados- se recurrió al dóberman, para de ahí pasar a la guerra
civil, a Franco… y de nuevo, a cualquier extremista que pasara por allí.
Pero algo que no han aprendido,
de España y de otros países, es que cebar a los extremistas para que te hagan
el trabajo sucio hace que, cuando han terminado con ese trabajo, se vuelvan
contra ti y te coman vivo.
Y por eso, cebaron a la serpiente
frente a los aranistas, y ahora los terroristas se sienten tan ufanos y tan
triunfadores que comparan su papel con el de una aguijada para llevar a
la mayoría de progreso a la destrucción de España.
Del mismo modo, alimentaron a los
ierreceos frente al post pujolismo, y ahora acaban dependiendo de un
iluminado que vive cerca de Bruselas, que puede fijarse en el ejemplo de los del hacha y la serpiente para recuperar el liderazgo separatista.
Si es que alguien puede tomarse en serio a una persona con semejante corte de pelo.
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