La víspera de las pasadas elecciones generales, un miembro de mi familia que vota a la izquierda -algunos hay, pero pocos- comentó, a propósito de los de derechas, que nos habían lavado el cerebro para que odiáramos (sic) al psicópata de la Moncloa (no sic), creyéndonos todas las cosas que dicen de él.
Como le tengo cariño, decidí
tomarme la cosa con humor y señalé que para que tal cosa fuera posible primero
tendría que tener un cerebro que lavar.
Naturalmente, me guardé para mí
mis reflexiones. Como que es cosa complicada que nos hayan lavado el cerebro,
teniendo en cuenta que la mayoría de los medios de comunicación están en poder
de la izquierda. La tarea se vuelve más ímproba cuando hay tal cantidad de
gente que odia al psicópata. Es decir, que -parafraseando a Churchill-
nunca tan pocos les lavaron el cerebro a tantos con tan pocos medios.
En realidad, opino que quienes
tienen lavado el cerebro son quienes, después de cinco años del desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, siguen votando a la izquierda,
dando como única razón el miedo a que el Partido Popular gobierne con
Vox.
Peor que la colaboración de los
de la mano y el capullo con los neocom, los separatistas, los
terroristas y casi cualquiera que pasara por allí (salvo que fuera un partido
de derecha nacional) no puede resultar.
Vamos, digo yo…
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