De los miembros de un desgobierno socialcomunista como el que tenemos la desgracia de padecer, uno puede esperarse casi cualquier cosa (e intercalo el casi por una especie de caridad cristiana). Sin embargo, uno esperaría de aquellos que han trabajado codo con codo con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado un mínimo respeto por la labor de éstos.
Por desgracia, no es así. El ninistro
Pequeño, que antes de entrar en el gabinete del psicópata de la Moncloa fue
magistrado de la Audiencia Nacional (y que, entre medias, se postuló ante el
Partido Popular para ser miembro del Consejo General del Poder Judicial, o algo
así; esta postulación, o más bien ante quien se realizó, muestra que el
susodicho anda más bien ayuno de escrúpulos ideológicos) es el que ha
perpetrado las mayores villanías contra las fuerzas del orden… probablemente
porque, al ser titular de Interior, es quien tiene las competencias para
hacerlo
La penúltima se produjo poco
después de las elecciones generales, cuando consumó la expulsión de la Benemérita de puertos y aeropuertos, ante lo que la Asociación Unificada de la Guardia
Civil -recordemos que, al ser un instituto de carácter militar, no están
permitidos en su seno los sindicatos- anunció una batalla legal.
Uno esperaría un poco de gallardía
en la hormiga atómica, la otra pata de la que depende la Guardia
Civil, pero parece que la hipertrofia de los papos no la deja vocalizar.
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