Para la izquierda española, cuando alguien se reúne con un ultraderechista -o quien ellos consideran que lo es-, y no son ellos, se convierte automáticamente en un ultraderechista. Cuando alguien se encuentra con un (presunto) corrupto, y no son ellos, se transforma, por arte de birlibirloque, en un corrupto. Cuando alguien conversa con un asesino, y no son ellos, poco menos que ese alguien ha participado en el crimen.
¿Cómo habría que llamar entonces
a quienes se reúnen con terroristas asesinos y secuestradores, llegan a
acuerdos con terroristas asesinos y secuestradores y son investidos presidentes de una comunidad autónoma gracias a la abstención de terroristas asesinos y secuestradores?
La respuesta, en el título de esta entrada.
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