En Rusia, históricamente, llevarle la contraria al que manda desde el Kremlin ha sido profesión de riesgo. Sea un zar, un bolchevique o un ex espía, el que le lleva la contraria al auócrata resulta propenso a sufrir accidentes: se cae por una ventana, ingiere polonio radiactivo (la verdad, ignoro si lo hay no radiactivo), es envenenado y sobrevive aunque queda desfigurado o, aunque tengas detrás un ejército privado respaldándote, el avión privado en el que viaja explota enpleno vuelo.
Esto último es lo que le ha
pasado a Yevgeni Prigozhin, líder del grupo Wagner (una empresa de mercenarios,
en el sentido literal de la palabra: soldados que se alquilan al mejor postor),
que hace unos meses osó criticar a Vladimir Putin, dar media vuelta y avanzar
hacia Moscú, aunque luego se desviaran hacia Minsk.
Muy serio, el cada vez más
acartonado invasor de Ucrania ha prometido que investigará los hechos hasta
el final. Y nosotros vamos y nos lo creemos…
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