El cine siempre ha sido visto, y usado, como un medio de propaganda, de deslizar ideas y concepciones del mundo. Pero en otras épocas, al menos, disimulaban un poco.
Ahora no. Ahora te meten la
doctrina a presión, aunque esa doctrina vaya contra la ética, la estética, el
sentido común y hasta la fuente de donde beben las películas. Y en esto, pocos
se han pasado tanto de frenada como el conglomerado Disney, que mete a
representantes de sedicentes minorías en todos sus productos, vengan o
no vengan a cuento.
Luego, se gastan una millonada en
sus películas, otra millonada en promoción, y se pegan un morrazo en la taquilla.
¿Por qué? Porque cuando la gente va al cine quiere divertirse, no que la
sermoneen…
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