Diga lo que diga la izquierda patria, si hay un partido político corrupto en España, tanto por la cantidad de los casos que le afectan como por la entidad de los mismos -iba a poner calidad, pero eso resulta un poco equívoco-, ese es el de la mano y el capullo. Al fin y al cabo, es probablemente la formación más antigua del país, lo cual no debería ser determinante, pero no hay duda que ayuda.
También desde su estreno parlamentario ha
sido un partido delinquidor. Podríamos decir que igualmente pecador, del
primero al décimo, aunque los mayores incumplimientos contra el sexto mandamiento
creo que corresponden a ese miserable al que todos los años los secesionistas
catalanes le hacen un homenaje fascista. En cuanto al cuarto mandamiento, es
sin duda el genocida de Paracuellos el que se lleva la palma.
Por eso, cuando afloran casos de corrupción,
es todavía más dudoso que en otras formaciones el que se trate -como decían al
final del gonzalato- de casos aislados, salvo que consideremos el
océano como una acumulación de gotas de agua. La corrupción es, en el PSOE,
algo endémico y estructural. No sé si se creó así, pero enseguida devino en una
máquina de detentar el poder todo lo posible y rapiñar bienes y caudales todo
lo que pudiera. Algo en lo que, por otra parte, no se diferencian de las demás
formaciones marxistas.
Cuando afloró el caso Koldo, luego caso
Ábalos, pocos dudaban que se convertiría en un nuevo caso PSOE, como
lo fueron el de los fondos reservados, el de la reprivatización de RUMASA, el
del Banco de España, el de Filesa, Malesa y Time Export o el de los EREs
fraudulentos. No estaba tan claro que se fuera a convertir en un caso Begoña,
puesto que los anteriores dirigentes máximos del partido se habían cuidado muy
mucho de pringarse o de que se averiguara que se habían pringado, si excluimos
el caso de la rapiña generalizada al final de la guerra civil.
Y así, a principios de mes, saltaban casi a
la vez tres titulares: que la trama rebasaba el asunto de las mascarillas -otro
rasgo del PSOE es que nunca se han parado en barras para lucrarse, cayera quien
cayera… aunque fuera literalmente y por decenas de miles- y alcanzaba al de los trenes de Cantabria (esos que no pasaban por los túneles); que la empresa Globalia,
esa por la que Begoño siente tanta simpatía, había obtenido millones por los contratos adjudicados por la trama; y que hasta el ninistro Pequeño
podría estar en el ajo, siquiera por consentimiento, ya que adjudicó un
contrato a la empresa del antiguo portero de prostíbulo sin que conste justificación ninguna de las razones de la adjudicación.
Suma y seguirá…
No hay comentarios:
Publicar un comentario