Hay varias cosas que repito con cierta frecuencia: una de ellas, que los socialistas no coinciden con la verdad ni aunque se empeñen, salvo por error; otra, que el psicópata de la Moncloa no es una novedad en el partido de la mano y el capullo, ni una aberración, sino que es la degeneración lógica de la especie, más de lo mismo, una versión corregida (a peor) y aumentada de lo de siempre.
Por eso, cuando preguntó retóricamente de
quién dependía el fiscal general del Estado, queriendo decir que el ministerio
público haría lo que le ordenara el consejo de ninistros, no mintió,
pero erró. Porque, como hemos visto (los que visitamos este blog… alguno hay,
además del que lo escribe), hay fiscales (la mayoría, en realidad) que se
vienen posicionando del lado de la legalidad y del Estado de Derecho, y frente a
las maniobras del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer.
Como en todo hay excepciones. Por ejemplo, un
fiscal de la Audiencia Nacional que ha rechazado seguir investigando homenajes
a etarras. Pero a este no hace falta que le digan nada, porque se declara defensor
del comunismo, de Lenin y de la Unión Soviética, y contrario a la monarquía, el
Partido Popular, la presidenta madrileña
Isabel Díaz Ayuso y Vox.
Y además, loa los actos de los terroristas que gobiernan en Pamplona. Un aspirante a Conde-Pumpido, vamos.
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