viernes, 29 de marzo de 2024

Proceso al proceso (596)

Una cosa que aprendí hace mucho, y que quizá contribuyera a una matrícula de honor en Derecho Constitucional -hoy toca mencionar los estudios universitarios, a lo que parece- es que, en política, la unión hace la fuerza.

A finales de los ochenta, la izquierda española estaba unida: sí, existía un partido organizado a la izquierda de los de la mano y el capullo, pero la cosa estaba lo bastante descompensada como para que no supusiera un problema al gonzalato. La derecha, en cambio, se encontrada fragmentada en una sopa de letras, tanto a nivel nacional como regional. Hice entonces un vaticinio (tampoco es que fuera idea original mía): que hasta que la derecha no concurriera unida a las elecciones, sus posibilidades de alzarse con el triunfo eran nulas.

Naturalmente -no es que hubiera que ser un lince-, acerté. Por eso, cuando a derecha e izquierda del PP surgieron Vox y Ciudadanos, estaba claro que los del charrán lo tenían difícil para alcanzar una mayoría, no ya absoluta, sino siquiera suficiente. Cuando a la izquierda del PSOE los paleocom se maquillaron como neocom, desapareció también para Ferraz la posibilidad de una mayoría absoluta. De igual modo, el desinflamiento de las formaciones de la nueva política ha reactivado la posibilidad de recuperar el bipartidismo imperfecto en el que nos movíamos hasta hace una década.

Todo lo dicho a nivel nacional puede aplicarse a cualquiera de las regiones de España. En el caso de Cataluña, cuando CyU estaba unido e IRC era algo residual, casi folclórico, las mayorías absolutas de Jorgito Poyuelo se sucedían sin tregua. El fraccionamiento de la coalición y el ascenso de los fascistas (nacionalistas de izquierdas) regionales cambiaron la balanza de poder. Cuando ambas formaciones aparcaronsus diferencias y concurrieron coaligadas, parecía que podían volver los tiempos de las mayorías absolutas regionalistas. La irrupción del partido pomelo por un lado y de los Clicks Unidos de Playmobil por otro, primero, y los personalismos que siempre han caracterizado la política regional en el campo secesionista, después, dieron al traste con esto.

Resumiendo: que la noticia de que una de las fugadas deje la formación de Cocomocho y anuncie la creación de otro partido independentista es la mejor noticia que he leído, referida a esa esquinita de España, en mucho, muchísimo tiempo.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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