Por mucho que le moleste que se lo digan a la cara -que le molesta, y mucho- que es un autócrata, el psicópata de la Moncloa lo es. Como decía la canción de Bruce Springsteen y la E Street Band, el pobre quiere ser rico, el rico quiere ser rey, y un rey no está satisfecho hasta que gobierna todo.
Ya al comienzo de su detentación del poder, Sin
vocales se dejó de disimulos y llevó un paso más allá -recordemos que no
supone una novedad en el partido de la mano y el capullo, sólo una
intensificación de lo que han sido sus pulsiones desde que fuera creado- ese
afán de poder omnímodo que caracteriza a los de Ferraz. Fue cuando,
entrevistado en la televisión, preguntó retóricamente de quién dependía el
fiscal general del Estado, y se contestó a sí mismo con un pues eso.
Porque ahora es el ministerio particular del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer quien ataca al juez García Castellón por pedir al Tribunal Supremo imputar a Cocomocho por Tsunami
(anti) democrático sin, dicen, investigar lo suficiente.
Empieza a oler a estiércol en Moncloa... y no en los jardines, precisamente.
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