Quizá tenga predisposición ideológica -qué quizá ni que niño muerto, es algo seguro-, pero cuando más protestas de inocencia hace un izquierdista español, más convencido estoy de que es más culpable que Judas. Especialmente si ya ha estado antes en situaciones similares.
Tomemos el caso de Paquita Alcanfor, a
la sazón tercera autoridad del Estado y antes máxima representante del mismo en
la comunidad autónoma de las Islas Baleares. Mientras estuvo en la presidencia
del consejo de gobierno regional cometió dos hechos criticables, uno por acción
y otro por omisión. El primero, irse de copas cuando en el archipiélago, por
motivo de la pandemia de la COVID-19, regía el toque de queda; el segundo, que
menores que estaban bajo la tutela del gobierno regional fueran prostituidas.
Por eso, cuando descarta dimitir al verse
salpicada por el caso Koldo, atacando al Partido Popular y diciendo que
no dejará que mancillen su nombre, se me ocurren dos cosas. La primera,
que no me creo que sea inocente.
La segunda, que estoy seguro de que no sabe qué significa mancillar.
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