Los malnacidos que integran el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer adolecen de cuatro defectos que, considerados en sí mismos, resultan indiferentes; pero que, combinados en personas con responsabilidades de gobierno, resultan letales para los gobernados.
Estos tres defectos son el cortoplacismo, la
estulticia, la soberbia y la psicopatía. Por el primero, actúan pensando sólo
en los resultados inmediatos, no en el medio o largo plazo. Por el segundo, son
incapaces de prever las derivadas que tendrán sus actuaciones. Por el tercero,
desprecian las advertencias de aquellos que saben más que ellos. Por el cuarto,
cuando los gobernados en general resultan perjudicados, les resulta indiferente.
Pasó con la ley Sánchez-Montero, y va a
volver a pasar -esperemos que no porque no llegue a aprobarse y, si se aprueba,
no se aplique- con la ley de amnistía cocinada desde Bruselas. Los juristas
alertan que reformar el delito de terrorismo -como va a resultar necesario si
quieren librar a todos los implicados en el proceso secesionista catalán- tendría peores consecuencias que la norma antedicha. Pero nada, ellos siguen para adelante
como si no hubiera un mañana.
Probablemente, porque si no se aprueba esa norma no lo habrá para ellos. Políticamente hablando, claro, que es la única forma de vida que conocen.
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