En la distopía orwelliana de 1.984, el genial autor británico anticipó varios de los que serían rasgos definitorios de los regímenes liberticidas de su futuro, nuestro presente. Regímenes presuntamente democráticos, pero que en realidad buscan mantenerse en el poder coartando los derechos de la gente.
Y para eso usan los medios que ofrece la
moderna tecnología, que precisamente por ser ubicua permite un mayor control.
Una de las últimas iniciativas en este sentido partió del ministerio de Petisú
Montero, que se planteaba fiscalizar todas las tarjetas de crédito que hay en
España (cerca de cien millones).
La excusa -siempre la hay- es luchar contra
el fraude fiscal. La razón, buscar modos de esquilmar todavía más a los
sufridos contribuyentes, para poder seguir sufragando sus dispendios,
francachelas y derroches.
Por eso hay pagos que sigo y seguiré haciendo
en metálico. Mi dinero es mío y hago con él lo que me peta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario