En una democracia, la división de poderes es fundamental. Por eso, cuando todos los poderes dependen de uno solo, en lugar de ser independientes, el régimen no es democrático, por mucho que blasone de tal.
No es democrática la China comunista, no es
democrática la Cuba castrista, no es democrática la Venezuela bolivariana y va
camino de no ser democrática la España sanchista. Porque si ya desde el
principio -y me refiero a lo que siguió al alumbramiento de la Constitución de
1.978- el legislativo ha solido depender de la voluntad del ejecutivo, y el
judicial, o al menos su cúpula, ha sido objeto de un obsceno mercadeo entre los
dos partidos mayoritarios, con el advenimiento del psicópata de la Moncloa todo
ha ido un paso más allá.
Y con la dependencia cada vez mayor de las
formaciones centrífugas, las cosa ha ido a peor. Como de costumbre, el saber
que la fiscalía bloqueó la investigación del patrimonio del jefe de gabinete de
Cocomocho por su relación con Rusia no es noticia.
Es sólo más de lo mismo. De lo de siempre.
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