Como dije hace unos días, los burócratas europeos -los burócratas en general, pero en esta entrada hablo de lo que hablo—hacen y deshacen a su antojo hasta que se les planta cara. Y da lo mismo si quien les planta cara es un Estado o sólo un sector, el hecho es que reculan.
Porque es dudoso que, de no haberse plantado
los agricultores europeos (juntar en la misma frase agricultores y plantar
ha sido un chiste involuntario), el Parlamento Europeo hubiera aprobado (precisamente
ahora) que se simplifiquen los procedimientos burocráticos para los agricultores que quieran utilizar semillas obtenidas con nuevas técnicas genómicas (NTG) que alteran el material genético de un organismo para hacer
vegetales más resistentes a las plagas y la sequía.
Que no es lo mismo que los transgénicos, pero
tanto da. Si se quiere alimentar a una población creciente (aunque, creo yo,
con una tasa de aumento cada vez menor), no podemos seguir haciendo las cosas
como siempre.
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