Históricamente, Inglaterra siempre jugó a oponerse al poder preponderante en el continente (europeo, claro), apoyando a sus rivales, para evitar que se hiciera demasiado fuerte. Y cuando ese poder caía, y otro tomaba su relevo, era a ese otro al que había que oponerse.
Del mismo modo, desde el Kremlin -la Unión Soviética
antes, Rusia ahora, Moscú siempre- se ha perseguido evitar la unión de la otra
mitad del continente -la mal llamada Europa oriental en tiempos de la
guerra fría era realmente la central, puesto que la mitad oriental del viejo
continente está ocupada por la parte europea del país más extenso de la Tierra-,
lo que supondría un contrapoder en términos de geopolítica.
Por eso, el que la Unión Europea cuente con pruebas del apoyo de Putin al separatismo catalán desde el butifarrendum I
perpetrado por Arturito Menos es una continuación de esta línea de
actuación que fluye desde el Moscova.
Visto que nosotros los españoles estamos a
por uvas, va a tener que ser la Unión Europea la que nos vaya a salvar. Aunque sea
por su propio interés.
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