El marxismo se califica, a menudo, como socialismo científico. Pero escribir mucho no quiere decir escribir bien ni, desde luego, escribir lo correcto. Es decir, que ese monumental tocho en tres volúmenes que es El Capital podrá decir muchas cosas, pero no por eso tienen que corresponderse con la realidad.
Y si hablamos del fundador de la teoría, qué
decir de sus epígonos, a cual más zote (y no es que Marx fuera precisamente una
lumbrera, salvo en el aspecto de vivir a costa de los demás). Dogmáticos como
los peores cristianos del medievo, o como los integristas musulmanes (es decir,
la mayoría, porque en su estado actual el islamismo es una doctrina que
propicia el integrismo), actuarán siempre en función de sus prejuicios, no de
la realidad.
Y por eso, aunque la tucán de Fene, a la
sazón ninistra del Paro en el desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer, insista en que hay que trabajar menos, la realidad es que
a la mitad de los trabajadores a tiempo parcial les gustaría tener un trabajo a
jornada completa, es decir, trabajar más.
Va a ser que tanta laca le afecta la neurona...
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