Por una vez -en realidad, no es la primera, ni probablemente será la última, pero sí es una de las pocas ocasiones en las que ocurre- no cojo un enlace de Libertad Digital, sino que lo hago de El Mundo; probablemente, porque leería la entrevista en papel.
Como he dicho muchas veces, no tengo nada en
contra de que gente que se declara de izquierdas viva una vida acomodada,
desahogada incluso. Mientras hayan ganado ese dinero con su esfuerzo, y no
robando o engañando, me parece bien. Lo que no soporto es que pontifiquen y
digan que defienden a los desfavorecidos, que son progresistas y demás
pamemas.
Y esto vale tanto para una ministra de apéndice
nasal ganchudo, que dice que es comunista pero que cambia de aliño indumentario
más que el psicópata de la Moncloa de idea, como para una abogada/influencer/humorista/podcaster
que dice que es de izquierdas y que tiene conciencia social, pero que
gasta un iPhone, probablemente el móvil con más porcentaje de su precio debido
a su marca y no a su calidad intrínseca. Ojo, que no digo que sean malos, sólo
que lo que estás pagando es la manzanita del reverso.
Y su justificación es que vive en el capitalismo.
Pues, hasta donde yo sé, nada le impide irse a Cuba, Corea del Norte u otro de
esos paraísos del proletariado.
Claro, que a lo mejor lo que pasa es que allí no la admiten.
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