En España, la izquierda predica una cosa para los demás y aplica otra para sí misma. Y esto ocurre tanto si la izquierda es nacional como regional o local, pacífica o violenta, españolista -suponiendo que haya alguna, claro- o secesionista.
Porque el Partido Popular lleva tiempo
proponiendo -intermitentemente, eso sí; supongo que cuando ve que puede obtener
mayoría relativa, pero no absoluta- que se deje gobernar a la lista más votada;
y los de la mano y el capullo se oponen, porque están bastante seguros de que,
si los del charrán no consiguen mayoría absoluta, ellos serán capaces de
ahormar un conglomerado que, al grito de cualquiera menos el PP, les
llevará en volandas a la poltrona.
Pues ahora los terroristas vascos, que de vez
en cuando -como hacen los secesionistas catalanes- intensifican la presión
sobre los dídimos del psicópata de la Moncloa, le exigen que zanje su apoyo al
PNV y permita que gobierne en Vascongadas la fuerza más votada.
Esto es porque, como le ocurre al PP, se ven
ganadores, pero no triunfadores. Y lo peor es que es posible, incluso probable,
que Sin vocales acceda.
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