Cuando Mónica García era sólo MeMa, podía permitirse el lujo de decir tonterías, proponer chorradas e incluso hacer gestos amenazantes a los rivales políticos.
Ahora, ha añadido una sílaba más, y es
MoMiMeMa. Casi se le podría añadir el Mu si eso no fuera ofender a los
bóvidos, que no nos han hecho nada, los pobreticos. Tiene mando en plaza (poco,
porque el sistema autonómico tiende a ser un desbarajuste, como en el caso de
su competencia demostró la pandemia), y sus decisiones tienen repercusiones. Puede
seguir actuando movida por sus prejuicios políticos y ojerizas personales, pero
se arriesga a que se tomen medidas contra ella.
Y es lo que ha ocurrido con el reparto del
Ministerio de Sanidad de los futuros centros de referencia para la atención del
cáncer en España. El ninisterio de Insalubridad ha convocado y resuelto
un proceso de selección en el que, de la comunidad de Madrid, sólo ha incluido La
Paz. La comunidad de Madrid, por boca de Isabel Díaz-Ayuso -bestia negra de la izquierda
patria en general, y de la bocuda dentona en particular-, consideró que se ha
primado la descentralización frente a la excelencia, señaló que la sanidad
pública madrileña atiende al cuarenta por ciento de estos pacientes -me apuesto
el cuello a que la mayor parte del resto se reparte entre Cataluña y Andalucía,
aunque sólo sea por población de esas regiones; todo este asunto responde a un
programa europeo que fija entre sus objetivos que los centros sean capaces de
atender al noventa por ciento de la población de cada país- y anunció que acudiría a Europa para denunciar lo que considera un reparto opaco y arbitrario.
MoMiMeMa respondió haciendo lo que hacen
todos los izquierdistas, que en esto son más humanos que nadie: echó la culpa a otros -en concreto, la Subdirección de Calidad del ministerio-, y recurriendo a
la típica retórica giliprogre, señaló que es importante que la
selección de centros abarque todo el territorio en aras de fortalecer la
equidad de la atención al cáncer.
Pues que se lo expliquen, por ejemplo, a los canarios, que no tienen en su comunidad ninguno de los centros seleccionados.
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