Esta novela empieza, por así decirlo, in media res. Establece el hecho sobre el que pivota la historia -el asesinato cometido por el protagonista, Pete Banning-, para en el segundo tercio de la novela contarnos su vida anterior, finalizando con la resolución del misterio.
La historia, como es habitual en
Grisham, engancha y se lee sin problemas. Sin embargo, tengo dos peros que
ponerle. El primero, que no me gusta el final (no el final en sí, sino el final
judicial, por así decirlo… y los que me conocen ya sabrán cómo termina
la cosa); y el segundo, que en la parte de la Segunda Guerra Mundial algún giliprogre
exaltado podría acusarle de japonófobo, porque a los del país del sol naciente les
llama de todo menos bonitos.
En cuanto a eso que dicen en la
solapa de la época de la segregación racial… pues sí, transcurre en esa época,
pero igual podría transcurrir en la actualidad, o casi. Hasta donde me supongo,
las cosas en el Sur profundo no deben haber cambiado demasiado, desde entonces.
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