El servilismo de todos los gobiernos nacionales españoles, de uno y otro signo, para con los nacionalistas catalanes -ahora, abiertamente secesionistas- ha sido nauseabundo. Sin embargo, el modo de comportarse del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer es sencillamente ignominioso.
Rajoy, al menos, aplicó el
artículo ciento y cincuenta y cinco. No es que le quedara otra alternativa, y
lo hizo de un modo tibio, pero lo hizo. El psicópata de la Moncloa, sin
embargo, parece dispuesto a concederles todo aquello que le pidan o, al menos,
se presta a escuchar esas peticiones.
Y mientras, uno de sus más
rastreros ninistros -y mira que hay dónde escoger-, el ninistro
Pekeño, además de lamerle el esfínter anal a los asesinos vascos de
ultraizquierda, tiene abandonadas a las fuerzas del orden ante el acoso independentista.
Cómo serán las cosas que hasta los sindicatos policiales han tenido que denunciar el abandono perpetuo y continuo de quien fue juez estrella
y ahora es ninistro estrellado.
Sólo que aún se niega a reconocerlo.
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