Lo primero que hay que decir de esta serie es que es una lástima que la hayan cancelado tras la primera temporada. No porque sea especialmente buena o deje de serlo, sino porque la cosa termina en un cliffhanger que está pidiendo a gritos una continuación.
La serie en sí no es
especialmente rompedora. En ese sentido, The boys o incluso The Umbrella Academy son mucho más transgresoras (sobre todo, la primera). Es
una especie de Dinastía o Dallas (salvando las distancias) con
superpoderes, una confrontación entre el idealismo y el pragmatismo (o cinismo,
depende de cómo lo mires), sobre estar o no a la altura de las expectativas y
de lo que han hecho tus mayores… Se nota, en todo caso, el toque británico del
guionista del tebeo original, y es que estos de las islas no suelen hacer
historias de superhéroes al uso, sino más bien todo lo contrario.
Al ser sólo ocho episodios, me la
he ventilado en apenas un fin de semana. Pero, como ya digo, me he quedado con
ganas de más.
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