Para la izquierda en general, y para la española en particular, todos los males tienen un origen -llámese el mercado, las empresas, el capital… y todos los males tienen una solución: lo público.
Por eso, cuando el recibo de la
luz galopa desbocado hacia alturas jamás alcanzadas, y es la mano del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer la que sostiene
las riendas, el psicópata de la Moncloa -ese que copió su tesis-, sus corifeos,
cómplices y conmilitones insisten el culpar a la maldita trinidad -el PP, las empresas eléctricas y el mercado- en lugar de señalar a los verdaderos
responsables: el precio desbocado del gas y los derechos de emisión de CO2.
Por eso, la propuesta de algunos
miembros del consejo de ninistros de crear una empresa pública de electricidad no es la solución, porque no abarataría la factura de la luz. De hecho,
la bruja Piruja creó una empresa pública de electricidad para el
municipio de Barcelona y esa empresa pública aplica a rajatabla las subidas de la luz… además de no tener, después de tres años de funcionamiento, casi clientes.
Desengáñense, señores: la única
manera de abaratar la luz es no subvencionar las sedicentes energías renovables
(que quizá habría que llamar, más bien, inagotables), para que
sobrevivan las que puedan, si pueden, por sus propios medios… y migrar de las
centrales térmicas, sean de gas o de carbón, a la energía nuclear: la más
barata, la más rentable… y la menos contaminante.
Aunque les joda a los ecolojetas sandía.
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