Si algo se cargó el segundo intento de implantar una república en España -dejando a un lado su proclamación ilegal e ilegítima, el hecho de que su Constitución fuera elaborada en contra de (al menos) media España, y algunas otras minucias por el estilo- fue que las izquierdas y los separatismos -por aquel entonces, como ahora, los ierreceos y los epígonos del orate oligofrénico con boina- estaban únicamente interesados en detentar el poder (vamos, más o menos como ahora).
En aras de ese objetivo, se
toleraban (vamos, más o menos como ahora), se ayudaban (vamos, más o menos como
ahora) y compadreaban (vamos, más o menos como ahora). Y si los catalanes proclamaban
unilateralmente la independencia (vamos, más o menos como ahora), y eran
juzgados y condenados (vamos, más o menos como ahora), cuando las izquierdas
tenían ocasión les indultaban (vamos, más o menos como ahora) para que pudieran
volver a las andadas (vamos, más o menos como ahora).
Más de ocho décadas después, las
cosas no han variado un ápice. Los más antidemócratas y totalitarios de los
españoles se permiten expedir carnés de democracia a los demás, a los
que acusan de cometer sus propios crímenes. Y encuentran para ello a tontos útiles,
que dicen lo que ellos quieren que digan. Y si un parlamentario de apellido
descriptivo utiliza a una youtuber de apodo igualmente descriptivo para instigar al asesinato (con una pobreza léxica que producía sonrojo ajeno) contra aquellos que les cantan las vergüenzas día sí y día
también, las izquierdas no dicen nada.
Las derechas, o parte de ellas,
se defienden. No a tiros, como en la república liberticida, sino en los tribunales. La sedicente pringada va entonces y recula, diciendo que le
perdieron las formas, que hablaba de forma metafórica.
Muchacha, perdiste las formas, la
vergüenza, el sentido común, la línea y la autoestima hace mucho. Y mientras
que los seres humanos descendimos del árbol para caminar bípedamente, tú te
caíste de la rama y te golpeaste (pero fuerte, además), en el colodrillo.
Metafóricamente hablando, claro… o no.
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