lunes, 27 de septiembre de 2021

Que espere sentado

Hace un par de días comentaba el hecho de que la Organización de las Naciones Unidas había concluido -en concreto, su Comité de Derechos Humanos- que se habían vulnerado los derechos a la presunción de inocencia y a la revisión de la condena y la pena cuando en 2.012 se condenó al juez estrellado a once años de inhabilitación por un delito de prevaricación.

Repasemos: prevaricar es, entre otras cosas, dictar una resolución injusta a sabiendas. En esa definición las palabras clave son las dos últimas. Si el juez sabe que está haciendo algo mal, y a pesar de eso persevera, es más culpable que el pecado, por mucho derecho que tenga a la presunción de inocencia. Y en caso como éste, en que se condena a un juez por delinquir a sabiendas, el Consejo General del Poder Judicial no los ha rehabilitado.

Con lo que, si yo fuera él, seguiría pasando los días en su bufete… y las noches en la cama de la fiscal general del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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