Fue con zETAp cuando por primera vez me empecé a plantear si los socialistas españoles son más tontos que malos, o viceversa. Es una disquisición de difícil solución, porque tanto su idiocia como su malicia alcanzan cotas que podríamos denominar abisales y, a semejantes profundidades, es difícil determinar cuál llega más lejos.
Lo peor es que, cuando uno cree
haber llegado a una conclusión que parece ser definitiva, hacen algo que te
descoloca de nuevo y ¡hala!, de vuelta a empezar. Es el caso de la ley de
desmemoria antidemocrática, engendrada por esa momia apergaminada, para nada bonita,
que es la indocta egabrense.
Si la ley de desmemoria histérica
ya era un engendro sectario y malvado, su sucesora es una nueva edición, (no)
corregida y aumentada. Lo que ya es de traca -no tanto, considerando el ínfimo
nivel intelectual de sus perpetradores- es que su anteproyecto contenga uncentenar de errores.
Vuelta la burra al trigo: ¿qué fue antes, la gallina o el huevo?
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