Una de las peores cosas de la izquierda española -iba a decir lo peor, pero es que adolece de tantos defectos que resulta complicado establecer cuál es el de mayor entidad- es el modo patético, tanto en el fondo como en la forma, en que justifican sus decisiones.
Tomemos, por ejemplo, el llamado bono cultural de cuatrocientos euros que el desgobierno socialcomunista que tenemos
la desgracia de padecer ha prometido, dentro de los próximos presupuestos
generales del Estado, a los jóvenes. Cualquiera con dos dedos de frente puede
ver (otra cosa es que vayan a reconocerlo), aunque su ángulo de visión se
encuentre constreñido por unas anteojeras ideológicas del tamaño de una sábana
de matrimonio, que la medida se enmarca dentro de esa tendencia tan propia de
los de la mano y el capullo y que consiste en comprar los votos de la
gente.
Pero hete aquí que el ninistro del ramo, el inefable Maricatalino, va y
dice que está dirigido a acompañar
al ansia colectiva de salir con mucha fuerza de la pandemia. Dice el interfecto que hay (atención, que
vienen curvas) unas ganas locas de la sociedad de recuperar el tiempo perdido. En realidad, para loca, él, que sobradas muestras ha dado en
multitud de ocasiones, solo o en compañía de otros.
Por ello, y por mucho más…
No hay comentarios:
Publicar un comentario