De las sandeces y miserabilidades que suelta la izquierda española, lo peor no es el carácter infecto de las mismas, sino el modo empalagoso en que las manifiestan. Para entendernos: bañan la mierda que sueltan con un chorreo de almíbar, pero eso no evita que siga siendo, precisamente, mierda.
Es el caso de la Yoli (a
la que hace poco encontré un apodo ajustado a la vez que hilarante, pero que
ahora no soy capaz de recordar), que pasa por uno de los miembros menos
estultos de la sección neocom del desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer; algo (me refiero a la menor estulticia) para
lo que tampoco hay que correr demasiado.
Pues bien, la susodicha ha
escrito un prólogo al Manifiesto comunista de Marx, una cosa edulcorada y
cursi hasta extremos vomitivos. Y como suele suceder con la izmierda,
dice una verdad sin pretenderlo, al señalar que arroja luz sobre nuestro mundo. Lo que ocurre es que, probablemente, a los de su cuerda no les guste
lo que esa luz pone de relieve.
Como dijo Ronald Reagan, un marxista es alguien que ha leído a Marx… pero un antimarxista es alguien que le ha entendido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario